Los mentirosos hacen las mejores promesas.
PIERCE ELLIOT BROWN
Ante el miedo a la calvicie nos podemos casar con cualquier charlatán que nos venda un «crecepelo» y, en este momento de crisis, en que se nos vende un miedo a perder todo aquello que tenemos, incluido el mundo que conocemos y aquello que nos daba de comer, la parte primitiva de nuestro cerebro, el paleoncéfalo, puede entrar en bloqueo y atenazárnos en la más absoluta indefensión o, por el contrario, empujar a los más audaces y proactivos a huir o luchar.
Unos piensan en regresar a su país, aquel del que vinieron en un intento de mejorar sus vidas, otros en iniciar negocios que les ofrezcan una oportunidad. Todos, ante el grito del pastor que nos avisa de la llegada del lobo, huimos o luchamos porque nuestra parte instintiva considera que ante el peligro eso es lo mejor que debemos hacer y, justo en ese momento dejamos de atender el rebaño de ovejas del que comíamos.
En demasiadas ocasiones las crisis son una construcción. Vende miedo y los pastores saldrán corriendo tratando de «buscarse la vida». Promete una oportunidad y todos correrán a por ella. Igual que en los tiempos de la Santa Inquisición, anuncia que todos irán al infierno y tendrás sus vidas en tus manos y la iglesia repleta solo con prometer la vida eterna. Una única estrategia: la combinación perfecta del miedo y la mentira.
Así somos las personas, actuamos según aquello que creemos y nuestras creencias pueden ser manipuladas a través del miedo y de la expectativa.
Me voy a permitir un ejemplo de esos que tan fácilmente nos ayudan a entender una realidad: Si mi negocio es un crecepelo y quisiera venderlo, ¿cuál podría ser la mejor estrategia?
Trataría de crear una realidad que me permitiera vender aquello que únicamente tengo yo: Aviso cada día que va a llegar una tormenta que si te moja te dejará calvo, que nadie sabe qué día ocurrirá, pero que sus efectos serán devastadores para nuestro cabello. Una vez repetido este mensaje, añadiré otro en el que afirmaré que los gases resultantes de esa tormenta quedarán en el aire y que será inevitable que nos afecte a la salud de nuestro cabello, por lo que prácticamente todos quedaremos calvos. Una vez saturados los medios con este mensaje añadiré un tercero en el que advertiré que, dada la cantidad residual de cierto componente en nuestras aguas, cualquiera que se lave el cabello quedará calvo.
Ante la angustia que todos tendrán y el resultado del miedo que les hará tener pesadillas con su calvicie, ofreceré mi «crecepelo milagroso». Diciendo que cada vez me quedan menos, que me los quitan de las manos, que te aseguro la mejor de las cabelleras: ¡promesas!
Las crisis son una construcción a través del miedo y es cierto que en la crisis muchos ven una sabrosa oportunidad y se frotarán las manos al ver que nos podrán ofrecer la «solución mágica». Este sistema manipulador nos afectará de un modo demoledor solo si compramos el miedo y la mentira, porque será nuestro miedo a la calvicie lo que nos empujará a comprar el «crecepelo» a cualquier charlatán, como es nuestro miedo a la soledad el que nos hace quedarnos con quien nos ha prometido mil veces cambiar y jamás lo ha hecho.
Hoy vemos las redes saturadas de mensajes apocalípticos. Etimológicamente la palabra procede del término griego cuyo significado es «descubrimiento» o «revelación». Y, sumado al mensaje que nos alerta de que «viene el lobo» nos dan otro donde vemos que decenas, cientos de «charlatanes» nos ofrecen su ayuda con la promesa de que, con una mínima inversión tendremos negocios exitosos librándonos de la quema.
He pedido a personas que han padecido las promesas de estos «charlatanes» que me hablaran de su sistema de ventas, de su publicidad, de esos mensajes que éstos manejan con frecuencia. Todos tienen algo en común: «Te prometen dinero: mucho, fácil y rápido por un esfuerzo mínimo» con mensajes como y cito literal: «Con mi sistema, trabajo la mitad y gano el doble», «cada año triplico mi facturación», «cómo ganar cinco cifras al mes fácilmente», «cómo ganar mil euros al mes extra sin dejar tu trabajo», «conoce el camino más corto para facturar 6 cifras en solo 1 año», «¿llevas mucho tiempo en el mercado, invirtiendo en formación, capacitación… y no tienes resultados? con mi método te aseguro que lo conseguirás», «Factura mientras duermes», «Gana dinero mientras viajas»… y un largo e irritante método de promesas.
El denominador común es justo lo contrario de lo que siempre nos han dicho, desde la infancia: «Si quieres algo, debes trabajar duro». Aquella verdad de que el conocimiento profundo sobre algo requiere de preparación y experiencia parece que hoy fuera mentira, vendiéndose una verdad radicalmente distinta: «Puedes convertirte en experto con un curso de una semana, o quizá un mes. Puedes aconsejar a los demás sobre lo que deben hacer con su vida ante un problema si tú has pasado por él. De ese modo tendrás la confianza de todos aquellos que mostrarán una fe ciega en ti, porque si tú lo has conseguido estarás suficientemente preparado para ayudarles a ellos, como si quien pasa un cáncer y ha ganado su batalla contra él se convertiría en un oncólogo experto.
Aquí tenemos los nuevos negocios que crea la crisis: «los vendehumos», «los expertos del postureo». Expertos que llegan a serlo con el mínimo esfuerzo. No hay que pagar una carrera, tampoco invertir tiempo ni hacer grandes sacrificios. No requiere años de experiencia ni preparación.
Con semejante propuesta de negocio, quién iba a rechazarlo. Todos queremos ser expertos en aconsejar o ayudar a los demás fácilmente, en lugar de tener que hacer un esfuerzo para llegar a hacerlo. Ganar cinco cifras sin tener que invertir un duro camino para lograrlo. Esta es ahora la nueva moda: gurús que nos ayudarán con decenas de títulos que adornan sus paredes, sucedáneos de preparaciones universitarias o de masters oficiales de años de duración que se consiguen en un fin de semana online.
Solo tienen que decir: «Mírame, soy rico» y todos pensamos que son expertos de las finanzas y los negocios, «Mírame, superé una anorexia» y pensamos que son expertos en los trastornos alimentarios, «Mírame, soy feliz y superé mis problemas con facilidad» y todos creemos que tienen un secreto que queremos comprar. Te aseguran que podrás ser millonario o ayudar a los demás siendo «coach» de algo, sin invertir en locales, proveedores, prestamos, que solo necesitas una red social muy bien elaborada, un buen mensaje y conocer su «formula secreta» y… compramos su «pócima» sin pensarlo dos veces, ¡cómo no! Pero la venta de su pócima, es decir: el engaño y la mentira son el único negocio de cinco cifras.
Esta es la triste realidad, quienes son buenos inventando una realidad tienen el negocio garantizado. Esta es la nueva amenaza para todos los demás, los cantos de sirena que podrán hacer que, como en el caso de Ulises, si no tenemos la prudencia de atarnos al mástil del barco, el sentido común y el pensamiento crítico, nos podamos lanzar a la mar para dar caza a esos cantos, ahogándonos en el intento.
Ahogándonos, sí. Nos ahogaremos al invertir nuestra economía, tiempo y esfuerzo intentando poner en práctica algo que solo es humo, pero sobre todo nos ahogará la frustración de haber puesto nuestras expectativas, nuestro dinero y nuestra energía en algo que no resulta. Nos ahogará haber repetido esta operación una y otra vez sin alcanzar los resultados prometidos.
Ante esta plaga de «vendehumos», de «charlatanes», de «vendedores de crecepelos» hoy tan frecuente jamás un refrán me ha parecido tan bueno como el que tantas veces he escuchado a mi padre decir: «Nadie da duros a cuatro pesetas»… porque si tienes el secreto para conseguir cinco cifras ¿qué haces que no estás poniéndolo en práctica, en lugar de estar buscando todos los días a alguien que te lo quiera comprar?
Esta es la pregunta… y como siempre, dependiendo de nuestra respuesta nos lanzaremos o no a la mar.